Es un alimento muy completo, que concentra todas las cualidades nutritivas de la leche. Contiene una elevada proporción de proteínas, lo que le hace ser incluso más rico que la carne. En el queso manchego también están presentes las vitaminas A, D y E.
Se recomienda durante la etapa de crecimiento, por su alto contenido en calcio. Para los adultos, por la gran cantidad de proteínas que aporta, que cubren el desgaste producido a diario en estos principios inmediatos. A las personas de tercera edad retarda, en gran medida, la descalcificación ósea y es un alimento más digestible que la leche.
Es preferible comprar el queso entero ya que abierto pierde sus cualidades. Para conservarlo cubrir la cara del corte con papel transparente. El mejor sistema de conservación es el papel parafinado (sirve también papel de aluminio) a temperatura no superior a los 14º (ideal 6º a 10º en el cajón de las verduras de nuestra nevera) y con una humedad aproximada entre el 70% y 80%.
Este debe ser limpio, de forma que la superficie no presente irregularidades. Pueden utilizarse cuchillos especiales de doble mango o uno ordinario siempre que llegue al centro del queso. El corte será angular con vértice en el centro de la pieza, no cortando más cantidad de la que se vaya a consumir y dividiéndola posteriormente en láminas delgadas de 3 a 5 mm. de espesor. Conviene, además, sacar del refrigerador el queso una o dos horas antes de que vaya a ser consumido, pues la temperatura óptima es de 18-22 ºC.
A la hora de su consumo, hay que tener en cuenta que el queso debe tomarse en pequeñas porciones, masticándolas correctamente y manteniendo la masa durante algún tiempo en la boca antes de su ingestión.